Tuesday, May 3, 2011

Chile potencia agroalimentaria III

Cuando escucho hablar de “Chile potencia agroalimentaria” y a muchas personas decir que el sector agrícola chileno “debe aumentar su productividad como única receta para enfrentar la actual crisis del dólar,” me hace pensar que lo primero es simplemente incoherente e imposible de lograr con la actual política cambiaria del Banco Central,  y lo segundo, además de injusto, es muy poco creativo por parte de esas personas  para ayudar a enfrentar la más que evidente Enfermedad Holandesa que estamos padeciendo como país, debido al alto precio del cobre. Es obligación de las autoridad velar por el bien común de todos los sectores de la economía, porque el gobierno debe proteger, empoderar y enriquecer a los ciudadanos y hacer políticas económicas y sociales de acorde a la realidad nacional. Pedir a secas mayor productividad a un sector que ha llevado a Chile a ser el primer exportador mundial de frutas del Hemisferio Sur, y que está gravemente enfermo y afectado por una variable clave para él y que no controla, como lo es el precio del dólar con que se le paga su producción, es casi un desconocimiento. Sabido es que ese sector demuestra disconformidad con una política pública como la que ha permitido el tipo de cambio actual, ya que en realidad no puede seguir  trabajando con este precio del dólar porque no se perdió en la gran mayoría de los productos, la rentabilidad. Hoy se está trabajando contra el patrimonio y esto es gravísimo. A propósito del ruido de la productividad, me detengo a pensar un poco en mis clases cuando les pregunto a mis alumnos que piensan sobre la productividad de los trabajadores en el mundo, y  en especial cuando les pregunto ¿quién creen ustedes que es más productivo y más competitivo, un trabajador chileno o uno alemán? La mayoría de ellos responde que el trabajador alemán es mucho más competitivo que el chileno, y no se equivocan. Todos sabemos que el nivel de productividad de nuestro país es muy bajo comparado con el de los países desarrollados. Son varios los estudios realizados por expertos en este sentido y basta con darse una vuelta en una empresa para ver que la gente en Chile entra a trabajar muy temprano y sale muy tarde de su trabajo, muy ineficientes dirían los gerentes de un país desarrollado, recuerden que el horario es de 9:00 am a 5:00 pm y el trabajador que no hace su trabajo en su horario de trabajo “no es eficiente”. Hay varias razones para explicar esto. Un ejemplo que puede servir es que cuando comenzaron las negociaciones del primer Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos, éste último tenía que reducir la enorme cantidad de inmigrantes que iban a trabajar a su territorio; los norteamericanos querían detener la inmigración pero no sabían cómo hacerlo hasta que se les ocurrió la brillante idea de generar un mecanismo llamado “Tratado de Libre Comercio.” ¿Porqué ésta idea tan descabellada?  Pensaron en abrir las puertas en vez de cerrarlas. Porque se dieron cuenta que si tenían una planta produciendo 300 autos al mes en cualquiera de los estados de la Unión, con un costo de la mano de obra de aproximadamente 18 dólares por hora, si cerraban la planta y la instalaban en México para producir los mismos 300 autos por mes, con un costo por hora de la mano obra que les saldría  US$ 4,25 dólares aproximadamente era mucho más productivo. Es decir,  había un enorme beneficio para la industria y el costo social de esa decisión no era muy alto por tener que despedir trabajadores ya que se sabía que ellos encontrarían trabajo a un corto plazo en otra cosa. Se harían capacitaciones para que los trabajadores se pudieren reinsertar en el mundo laboral rápidamente. Calcularon muy bien los pro y contra de esta decisión y concluyeron que sería mucho más productivo llevarse  la planta a México, para producir  autos a un menor costo y poder competir globalmente con precios más bajos y alcanzando un mayor volumen, justamente por tener una mano de obra más barata. Aún más, estarían de este modo dando trabajo a personas que en su vida iban a tener la oportunidad de laborar en una industria de esa naturaleza, y pararían la inmigración a los Estados Unidos. En otras palabras, todos ganan WIN-WIN. A la luz de lo anterior, se deduce que con las mismas herramientas, los trabajadores en cualquier parte del mundo pueden ser iguales o más productivos que los de su propio país. Por ello, cuando nosotros hablamos aquí en Chile que queremos ser una potencia agroalimentaria, con las actuales condiciones que tenemos en Chile, no podemos pretender ponernos a la misma altura de otros países con los que nos exigen competir, porque simplemente no contamos con las mismas herramientas para ello. Casi todos tienen, por ejemplo, enormes beneficios para la agricultura, y este es un dato no menor. Si nosotros queremos ser más competitivos, productivos y eficientes, entonces cualquier persona objetiva se podrá dar cuenta que el sector agrícola chileno no puede lograrlo y competir de igual a igual con los otros países en el mundo, justamente porque no tiene las mismas herramientas que otros poseen. Me preocupa cuando escucho decir a muchas personas del sector público y privado que los agricultores en general, tienen que ser más competitivos y más productivos para combatir la caída del dólar, por la sencilla razón que ellas están siendo muy viendo a muy corto plazo, ideas dogmáticas y poco pragmáticas. Si vemos nuestros sistemas de gestión, de capacitación, de estrategias, de liderazgo, podemos concluir que son altamente precarios y que no están a la altura de lo que el país requiere para hacer bien “el trabajo” y por lo tanto no se puede decir así como así y tan frívolamente, en que hay que ser más competitivos sin primero dar las condiciones al sector afectado por el mal holandés. Estos comentarios son un aporte para el país, uno no está en contra del sistema pero el día en que tengamos “un proyecto de país” en el cual todos tengan las mismas herramientas para poder competir internacionalmente de igual a igual y con equidad  con los otros países,  entonces podremos darnos el lujo no solo de decir,  sino que de exigir a los productores chilenos, “mayor  productividad para que sean más competitivos”. Finalmente, a buen entendedor pocas palabras: O tenemos tales herramientas para que podamos competir de igual a igual en un mundo globalizado o simplemente no lograremos jamás un desarrollo económico sustentable, armónico y equitativo como Nación.

Bernardo Javalquinto
Economista

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