En la enseñanza de la ética se debe empezar por explicar las bondades que esta ofrece, sus conceptos básicos que nos ayuda a tomar decisiones que tienen que ver con cuestiones donde la ética es importante. Las razones son las siguientes y son extraídas textualmente del escrito de Antonio Argandeña, “La enseñanza de la ética por el método del caso”. Porque la ética es un componente imprescindible en el proceso de toma de decisiones. Omitirla es desconectar dicho proceso de algunas de sus implicaciones más relevantes para las personas y para la organización. Porque deben no sólo transmitir conocimientos, sino enseñar a ponerlos en práctica, lo que debe incluir la dimensión ética de las decisiones. Como parte de la función social de las Universidades, que deben ofrecer no ya lo que sus alumnos solicitan, sino lo que necesitan. Los argumentos en los cuales se dice que no se debe impartir la cátedra de ética y de las cuales se escuchan, son las siguientes. "No se acude a la Universidad para aprender a comportarse éticamente". Sin embargo, la Universidad puede ayudarles a plantearse la necesidad de ser más éticos, a conocer el modo de serlo y a disponer de los criterios para ello, respetando siempre su libertad, ya que el objeto de la formación no es que la persona actúe bien, sino que esté capacitada para ello. De algún modo, se trata de darles lo que necesitan, aunque sea más de lo que piden. "Los criterios y valores morales de los alumnos están ya formados (o deformados), y no se puede pretender cambiarlos en unas cuantas clases". Pero el proceso de aprendizaje moral está siempre abierto: los valores se van consolidando o deformando, y no hay por qué negar a los alumnos la oportunidad de mejorar su formación ética. La unidad moral de la persona exige una formación integral que abarque todas las facetas de la vida. "La ética, como ciencia práctica, no se adquiere en un curso o seminario". Pero en una Universidad se intenta no sólo transmitir conocimientos, sino también desarrollar capacidades (hábitos operativos) y actitudes (valores). Por tanto, en un curso de ética se pueden transmitir conocimientos de ética (principios, criterios, métodos, etc.) y valores; pero en ese curso, y en toda la actividad de la escuela, se pueden, se deben transmitir actitudes y valores éticos. "Es tan poco lo que se puede conseguir, que no vale la pena perder el tiempo en ello". No: vale la pena porque, aunque se consiga poco, eso es ya muy importante, para la persona, para la empresa y para la sociedad. "Hay cosas más urgentes e importantes a las que dedicar el tiempo de los profesores y alumnos". Desde luego, una nueva clase de finanzas añade conocimientos tangibles, mientras que los resultados del curso de ética son inmateriales y difíciles de valorar, pero no por ello menos importantes. La ética es imprescindible: no un añadido decorativo y secundario. "La ética choca frontalmente con el mundo de los negocios, molesta y provoca reacciones contrarias en los alumnos, sobre todo si tienen experiencia". No tiene por qué ser así, si entienden por qué es necesaria en la toma de decisiones. "Los alumnos no aplicarán fuera del aula los criterios recibidos". Esto puede ocurrir también en otros cursos. En todo caso, si se les ha mostrado la relevancia de la ética en los problemas reales de la empresa, ese abstencionismo no tiene por qué darse. "Puede provocar conductas oportunistas: los alumnos dirán lo que esperan que agrade al profesor, no lo que ellos piensen". Pero esto mismo puede ocurrir en otras materias. Y no tiene por qué suceder, si se crea un ambiente abierto de franqueza, discusión y cooperación. "Puede verse como una forma de indoctrinación". El riesgo existe también en otras materias, y puede evitarse. No se les pide que acepten sin criticar una cierta teoría, sino que busquen activamente cuáles son los criterios más adecuados (sin por ello incurrir en un relativismo moral). No hay actuaciones neutras en materia de ética: la omisión de la dimensión ética ya es una actitud ética. "Una Universidad no puede pretender que los directivos renuncien a obtener beneficios, en nombre de criterios éticos". No se trata de que no obtengan beneficios: no es dinero versus ética. Se puede y se debe ganar dinero, pero respetando siempre unas condiciones (éticas) que, en definitiva, garantizan la permanencia y desarrollo del equipo humano y el cumplimiento de su fin como personas y como directivos o trabajadores. En todo caso, es parte de la función de una Universidad enseñar a sus alumnos qué son los beneficios, por qué son importantes, por qué deben obtenerse y por qué no deben obtenerse a cualquier precio. "No hace falta la ética: basta la observancia de la ley". No: legalidad no es sinónimo de moralidad. La ley no abarca todas las situaciones moralmente relevantes. Además, suele elaborarse con retraso, una vez que han aparecido los problemas; es correctiva y punitiva, no perfectiva; tiende a burocratizar los problemas, etc. Hay cuestiones morales que la ley no puede (ni debe) plantearse. Y hay leyes que son inmorales y no deben ser observadas. "La ética que se ofrece en estos cursos es demasiado vaga y de dudoso valor práctico". Claro que esto depende del contenido y enfoque de la ética utilizada.
Anónimo
Bernardo Javalquinto, Economista, University of Maryland AA, BSc, MBA, PhD ©
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